Querido Lucas:
Hoy he pedido a Dios por ti.
Prácticamente todos los días tu papá se va a dar un paseo o se sienta en algún
lugar tranquilo y habla en voz alta con Dios. Sí, Lucas, tu papá cree en Dios,
aunque viva en el año 2013.
Podría haberle pedido que fueras
un gran médico, un escritor de renombre o un músico virtuoso. Podría haber
deseado, de manera totalmente comprensible, que Dios te diera muchos talentos
con los que poder ser útil en la sociedad en la que vas a vivir.
La verdad es que nada de esto
sería malo. Al menos así lo creo.
Pero hoy, mientras paseaba por
las calles de Sanchinarro (Madrid), en un descanso de mi trabajo, he sentido
que tenía que pedirle a Dios por ti de una forma distinta.
¿Sabes qué le he pedido? Que te
dé un corazón de siervo. Ni más ni menos.
Sé que para muchos padres esta
petición suena absurda. ¿Cómo va a querer un padre que su hijo nazca para
servir? ¿Acaso no queremos lo mejor para nuestros hijos?
Mi punto de vista es que justamente el hecho de querer lo
mejor para mi hijo me hace desear que sea un buen siervo. ¿Tan raro suena?
Al principio le he pedido que te
dé buenas cualidades para la música, para la comunicación y para el consejo.
Pero poco a poco me he ido dando cuenta de que esto es secundario. Que lo
importante es que te dé un corazón de siervo.
Si te soy sincero, Lucas, no me
importa qué cosas se te den bien. Lo que me importa es que los talentos que
Dios te dé (sea uno o diez), los utilices para servir. A Dios primero y después
a las personas. Pensándolo bien, sirviendo a las personas estás sirviendo a
Dios (“quien da de beber a un sediento, a mí me da de beber...quien viste al
desnudo, a mí me viste...”) y de la misma forma al servir a Dios estás
sirviendo a las personas.
Es probable que al principio,
cuando te enteres de lo que tu papá pidió a Dios, te enfades. Es lógico, porque
no le he pedido a Dios que te dé esta o aquella capacidad. Pero sé que con el
paso del tiempo agradecerás que en mis oraciones por ti le pida al Rey de Reyes
que te dé un corazón de siervo. ¿Sabes que se puede ser un siervo trabajando
como director en una multinacional? ¿y sabes que también es posible ser siervo
educando a niños de tres años, limpiando mesas, haciendo presupuestos o
repartiendo publicidad?
Lucas, papá te amará
incondicionalmente hagas lo que hagas y seas como seas. No te pediré cuentas de
tus habilidades, sino de cómo las utilizas. Cuando seas mayor busca una Biblia
por casa (la encontrarás en cada habitación), ábrela por el libro de Mateo,
capítulo 25. Hay una historia que habla de esto.
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