¡Qué complejo es este mundo en que te amo!
¡Cómo amarte, patinando en odio y mentira!
Más difícil sería desamarte.
Imposible es desamarte.
¡Qué inusual es la belleza, qué terrible la tuya!
¡Cómo mirarte y creerte mía!
Vano intento es poseerte, si perteneces
a las altas cascadas colmadas de espuma,
a océanos repletos de magnificiencia,
a flores, constelaciones y aires de colores.
Mas intento, al menos, pertenecerte y hacer así
que tu mirada, no tus ojos, sea mía.
Que tus besos, no tus labios, sean míos.
Tus caricias, no tus manos, sean mías.
Que tu amor, y no tu corazón, sea mío.
Miento.
Lo quiero.
Tus manos, tu boca, tu pelo, tu miedo, tu fuego,
tu error, tu verdad, tu vergüenza, tu miseria,
tu misterio, tus recuerdos, tus presentes.
Lo quiero todo.
Y no para mí.
Para vivirte conmigo.
martes, 6 de diciembre de 2011
lunes, 10 de octubre de 2011
Acerca de la excelencia
Será porque nací así, o porque así me nacieron. O quizá, más aún, porque me malnacieron. El caso es que la excelencia me parecía tan alta que he vivido toda mi vida mirándola a cuello partido. Pero a los pocos (o muchos) años, un poco por el dolor cervical y otro poco porque sí o por yo qué sé, he llegado a la conclusión de que la excelencia no tiene altura. No tiene talla. La altura que tiene es la que yo le otorgue al obtener de la potencia un acto. Su talla dependerá del escalón a partir del cual quiera desenrrollar el metro. La excelencia será distinta en mí que en ti, aunque igual de excelente en ambos. He aprendido que se busca, no se encuentra. Que se pretende, no se tropieza con ella. Que llega con sangre, no con aplausos. Que es necesaria. Que es obligatoria. Que sin ella la vida es vida menos uno, o menos mucho. He tenido que tirar fardos al mar porque mi barco con tanto peso no servía para nada. Y es que, a fin de cuentas, prefiero llevar al puerto tres esmeraldas bien pulidas que veinte mil kilos de paja y arena. Que aunque los logros a veces se cuenten por kilos, no es su masa la que vale, sino el brillo que desprende mi equipaje. Que mucho peso rompe mi espalda, mientras que el brillo de un pequeño anillo de diamantes me ayuda a caminar recto (y en línea recta).
Será porque nací así o porque así me nacieron. Aunque creo que me bien-nacieron. Porque aunque rectificar no es de sabios, sino de rectificadores, me siento parte de ese gremio. Ahora mi árbol solo tiene tres o cuatro ramas. Pero vaya ramas.
Será porque nací así o porque así me nacieron. Aunque creo que me bien-nacieron. Porque aunque rectificar no es de sabios, sino de rectificadores, me siento parte de ese gremio. Ahora mi árbol solo tiene tres o cuatro ramas. Pero vaya ramas.
martes, 26 de abril de 2011
Lo que pasó, lo que ocurre y lo que sucederá
¡Qué complicado es discernir los tiempos en los que nos movemos! Y es que se mueven igual de veloces que nosotros mismos, aunque a veces desacompasados con nuestros sueños y pensamientos. ¡Cuántas dudas acerca del momento correcto de hacer algo, o del idóneo de no hacer nada!
Cuando el pasado debe desaparecerse, vivimos un presente que se parece demasiado al pasado, o que parece esclavo del mismo.
Cuando el presente se nos antoja insoportable, el pasado nos sopla en la espalda, o el futuro puede ser que nos ofrezca la misma imagen.
Cuando el futuro es incierto, lo tambaleante de nuestro presente y lo borroso de nuestro pasado incomodan aquella duda.
Y peor aún cuando el futuro parece el pasado, y el pasado como si aún no hubiera ocurrido.
Pienso que esto puede deberse a que no vivimos cada momento como debiéramos, pues siempre suspiramos (o nos estremecemos) por nuestro pasado mientras suspiramos por nuestro futuro, en vez de vivir el presente que, segundos antes era futuro y segundos después forma parte de la historia. De la tuya. Esa que escribes tú...
sábado, 26 de febrero de 2011
Anotaciones en la palma de la mano (3)
Que cada mañana me levante:
1-Con los dos pies derechos
2-Sintiendo que puedo ganar a mi ayer
3-A luchar por mi mañana
4-Dando gracias a quien me ha dado un nuevo sol
5-Sabiendo que sí, que puedo hacer algo
6-Sintiéndome más tuyo que mío
7-A prepararte el desayuno
8-Más hecho que por la noche
9-Como si fuera la última
10-A seguir soñando
Se me hace un mundo
Mirarles a los ojos a través de la pantalla que nos separa. Vivir lo que ellos nunca podrán llegar a soñar. Vestirme con mi abundancia de cada día y recordar su miseria de cada segundo. Dar un paso tras otro sobre esta calzada de oro, tan lejos de aquella otra de muerte. Dejarme un poquito de comida porque estoy a dieta. Entretenerme con charlas acerca de la belleza, el color y la música, cuando ellos están hablando de horror, oscuridad y gritos. Cuando les miro a los ojos a través de la pantalla que nos separa...se me hace un nudo...se me hace un mundo.
domingo, 6 de febrero de 2011
Sobre los sueños y las realidades
Tan lejos casi siempre los unos de las otras, tan bellos unos y tan embarradas otras. Los sueños que se escapan entre los dedos y las realidades que aplastan como el tiempo. ¿Cómo entorpecer el designio de lo real para asombrarnos a nosotros mismos soñando nuestra propia vida, o viviendo nuestro propio sueño? Creo que sabiendo que nuestra realidad puede construirse a base de sueños, pero sólo de esos que se siguen soñando una vez despierto, con un pico, una pala y el chándal puesto. Creo que saber soñar es necesario, y a veces creemos que basta con estar dormidos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)