Me sangran las heridas de siempre y tú las curas como cada día.
Aun cuando el calor sofocante de mis preocupaciones me aletarga,
siento ese vientecillo fresco que viene de tus labios.
Te amo, y siento que tu amor por mí es más que infinito.
Me dudan los pensamientos y me tiembla la voluntad.
Mas tu voz estable me ayuda a caminar en línea recta pese a tener,
a veces, tan torcidas las piernas de mi mente.
Te amo, mientras me arrancas, con lágrimas en los ojos,
esa pátina de autonomía que tengo clavada en el pecho.
No me dejes nadar en el lago de la vida sin ti de la mano...
Y es que me amas y te amo, y no conozco mejor nexo entre tú y yo que éste.