miércoles, 13 de octubre de 2010

¿Quién soy yo?

¿Quién soy yo para que tú me hayas amado?
Qué bonita frase, qué preciosa canción de Marcos Vidal. Y reflexioné, como a veces, alrededor de la letra de aquella canción que conmovió, hace bien poco, los corazones de decenas y decenas de presos. Y pensé que más me valía comenzar a aplicarme a mí mismo una pizquita de humildad. Aunque, bien pensado, no es humildad lo que necesito primero, sino un mayor autoconocimiento. Y luego eso sí, humildad. Debo conocer y aceptar que no soy nada más (y nada menos) que lo que Dios ha querido que sea y lo que yo le he dejado hacer en mí. Y luego ser humilde (si hubiere lugar para el orgullo después, algo que dudo).
¿Quién soy yo para que tú me hayas amado?
Un infeliz venido a feliz, un desamparado con un nuevo techo, un pecador santificado, un condenado absuelto, un moribundo vivificado, un vagabundo amado. Soy tu creación, soy tu obra de arte, soy tu imagen hecha de polvo y palabra. Soy nada sin ti. Soy algo por tu amor. Lo soy todo contigo.

No hay comentarios: