Casi no sé llorar con agua, sólo aprendo a veces,
pero con palabras he llorado como nadie.
Y hoy te lloro a tí, Ramón, que has hecho
que entienda un poco menos esta vida,
aunque tan sencilla parece a veces.
Te ví el otro día y hoy te he vuelto a ver,
tan quieto, tan sencillo y tan inerte...
Un día no hablé contigo lo suficiente,
y hoy no puedo hacerlo aunque quiera.
Y mis lágrimas hablan de dos mujeres
con el corazón roto de amor, ¡te querían tanto!,
con el alma vagando por la linde de la amargura,
entendiendo que no entienden nada.
Las palabras sobran en estos momentos,
pero no cuando son llanto, cuando la boca llora,
y se hace un homenaje a alguien, como a éste,
a quien desde hoy echamos de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario