jueves, 30 de julio de 2009

Improvisación

No tengo una idea, ni siquiera un pensamiento acerca del que escribir. Simplemente escribo para hablarte si me escuchas, o para que me escuches porque te hablo. Escribo para llenar pedazos de vacío en mis tiempos y para vaciar mi corazón poco a poco con letras con o sin sentido. Escribo pensando en el amor, y en el sueño que ahora tengo. Sonrío al entender lo delgada que es la línea que separa el sueño del cansancio, el dolor del sufrimiento, el ensimismamiento y el delirio, el te quiero y el te amo. Pienso en tus ojos azules, o en la mirada de ese chico, o en la risa de aquél otro. Pienso que por muy grande y único que sea todo soy capaz de retratarlo con palabras, o al menos con letras con delirios de grandeza. Pienso que por muchos años que pasen a mis espaldas, o tengo ojos por detrás, o no me explico cómo puedo escribirlos. No tengo un guíón sobre el cual guiar los pasos de mis dedos, pero tampoco me importa, porque las noventa y seis visitas que adornan mi perfil no me reprocharán este desliz, sobre todo porque dentro de un año seguirá habiendo noventa y seis visitas y pico. Pero cuánto agradezco dejar la mente en blanco con esfuerzo, como quien acelera con el embrague pisado, y pensar de repente, como quien suelta de golpe ese embrague mientras acelera. Porque me encanta sentir ese derrape de pensamientos, esa velocidad con la que los veo pasar tras mis párpados, y ese saber ante todo que mi primer, y mi último pensamiento, es el amor. El amor que tiene Dios por mí, y el que tienen tantas personas por mí. Y el que os tengo a todos vosotros.

No hay comentarios: