jueves, 7 de mayo de 2009

El motor de todas las cosas

Nadie sabe dónde vive, ni por dónde camina. Nadie ha vuelto a verle desde aquél día. La tarde estaba suspirando por ceder su hueco a la noche cuando en el cielo se atisbó de una forma cada vez más visible aquella frase:” he descubierto que el amor es el motor de todas las cosas”. La frase permaneció colgada del firmamento el tiempo preciso para que todas las personas que habitaban la tierra pudieran contemplarla durante un tiempo. Luego se desvaneció como se desvanecen los sueños al salir el sol. A la mañana siguiente, en la Plaza Mayor de la mayor de las ciudades del universo, cuando las calles se empezaban a llenar de gente, de pasos y de prisas, se oyeron gritos de sorpresa y espanto.; un cuerpo sin vida había caído al suelo en el centro de la plaza. Era el cuerpo de un niño huérfano que no había podido resistir el gélido invierno que estaba ya remitiendo. Las lágrimas mojaban las caras de todos los presentes, las madres tapaban los ojos a sus hijos y los padres abrazaban a sus esposas. De pronto, como por arte de magia, apareció aquél hombre embozado en una capa negra, raída, y se inclinó sobre el muchacho. Todos los que presenciaban la escena contuvieron una exclamación de asombro al ver que aquél extraño personaje rodeaba con sus brazos el cuerpo sin vida del niño, abrazando su pequeño torso inocente. El silencio se rompió con la voz casi rota que salió de la boca del hombre de la capa negra: te amo. Todos vieron cómo el niño comenzaba a moverse. Casi al instante, un coche de policía y una ambulancia irrumpieron en el centro de la plaza. Dos policías uniformados cogieron a aquél hombre y lo retuvieron contra el suelo, boca abajo. Mientras tanto, un médico y un enfermero se acercaron al cuerpo sin vida del chico y negaron lentamente con la cabeza: su corazón no latía. Nunca nadie dijo nada, pero todos sabían que, por unos segundos, el amor de aquél hombre había dado vida a algo muerto, aunque los médicos lo negaban. En el cielo se leía una nueva frase: Eppur si muove.